domingo, 2 de octubre de 2011

La cuestión de fondo en educación

Lo que importa en la educación no es el asunto de las horas lectivas, ni el bilingüismo, ni la informática, ni siquiera la titularidad del centro. Lo que importa es la libertad. Si la educación está hoy en el centro del debate, es porque estamos sumidos en una batalla por el poder y esta es, en primer lugar, ideológica. Tanto la derecha como la izquierda intentan apropiarse de la educación porque saben que en ella está el futuro.

No saben sin embargo, que sin libertad, no hay verdadera formación de la persona. Sin libertad sólo existe el adoctrinamiento y, en la adolescencia, el rechazo profundo de lo que artificialmente se ha intentado inculcar en el alma de cada niño. Eso o aún peor, la sumisión perruna del que no supo rebelarse a tiempo, del que no se atreve a pensar por sí mismo.

La izquierda, ahora en franca decadencia, ha ostentado durante mucho tiempo el dominio de la educación tanto pública como religiosa. En sus centros se enseñaba y se enseña “la solidaridad”, concepto mitad marxista mitad cristiano-de-base. El resultado no ha podido ser peor. Toda enseñanza impuesta ejerce el efecto contrario, vivimos en una sociedad cada vez más insolidaria, es un hecho. El último y patético esfuerzo de la izquierda ha sido protagonizado por Zapatero y su Educación para la Ciudadanía que ha querido suplantar a la Filosofía y alejarse de la confesionalidad con su trasnochado laicismo. Resultado: fracaso total, nadie hace caso a lo que se dice en sus ridículos programas educativos.

La derecha eclesial llevaba tiempo recuperándose. De la mano del pensamiento liberal, en coyuntural matrimonio, ha intentado ganar terreno reinstalándose en la educación concertada a través de seglares, ya que religiosos casi no quedan. En esta extraña alianza ha mezclado la exigencia de libertad religiosa con la pedigüeña limosna estatal del Concierto y la prédica, contradictoria, de la libertad de mercado educativo. Y ahora, con la crisis, está en su momento.

La izquierda ha cometido un error que los tiempos no perdonan, no se ha reproducido, ni ideológica ni literalmente: no ha tenido hijos. Y los pocos que ha tenido los ha mimado de tal forma que se han convertido en unos pijos, de verdad o del 15M, tanto da.

La derecha se ha reproducido más y mejor y en sus familias se ha instalado el pensamiento blando. Ese que vive de espaldas a la realidad, que piensa por encima, que no profundiza:

"¿Qué es lo bueno? Lo que se lleva, la moda. ¿Cuál es el mejor colegio? Consultemos la lista de los 100 mejores de El Mundo o de El País. ¿La pública? No, por Dios, que ordinariez, tanto emigrante... ¡Con quién va ir mi hija! ¿Y si sale con un negro? O peor, con un moro... La privada-privada es muy cara pero haciendo una trampita te puedes meter en “tal y tal” concertado que está superbien y además tienen extraescolares que te cuidan al niño hasta las 8 de la tarde. ¿Y el uniforme? Muy mono, azul y gris. Y bilingüe claro, claro."

Así que esta derecha reproductora pide ahora que le den más pasta para sus coles y que no gastemos tanto en la pública que, total, está llena de vagos y maleantes... y alumnos. Bah, son funcionarios, parásitos.

La cuestión de fondo en educación es la libertad, ninguna ley de educación solucionará el problema, ninguna financiación, ni ninguna pizarra digital. Cuando el alumno se encuentra ante el profesor se produce la ejecución de un arte. Un arte que ya describió Platón, la mayéutica socrática, que consiste en sacar del joven su verdadera personalidad. Y esto no se programa, ni se inspecciona, ni se informa en una memoria, ni se aprende estudiando Pedagogía.

Izquierda o derecha, quien quiera manipular al alumno que sepa que tendrá el mayor de los fracasos, su desprecio, y que, como mucho, sólo logrará despistarle por los opuestos caminos de la rebeldía.

La verdadera escuela está en la Academia de Platón y en ella todo es amor a la sabiduría, todo es libertad.

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