martes, 19 de julio de 2011

La guardería (El desastre educativo I)



El mes de julio nunca ha habido clases en España. En Zaragoza donde yo vivo se alcanzan temperaturas de 38ºC. Desde tiempo inmemorial los niños utilizaban estas fechas para jugar, hacer deporte, estar con los amigos y, los más torpes o vagos, para recuperar las asignaturas suspendidas. Es para mí algo natural considerar estas fechas como las más felices del año. El premio al trabajo bien hecho, la lejanía del futuro esfuerzo, el buen tiempo, las actividades en la naturaleza que todavía en esta época no está agostada, todo se une para considerar el final de curso y el principio de las vacaciones como algo natural, acorde a los ritmos biológicos e incluso profundamente moral. El que se ha ganado las vacaciones trabajando las disfruta y el que no, debe estudiar en verano, lo cual es considerado siempre un suplicio. Parece que este simple hecho de acabar el curso es de lo poco que aún funciona en la educación. Hay un final. Hay unos resultados, hay recompensas y hay penas.

Nuestra educación es un desastre. Los resultados de todos los controles más o menos fiables nos indican que los alumnos actuales saben menos que sus predecesores. El sentido común y la experiencia diaria de profesores, la de los padres, así como la de los empresarios que contratan a los jóvenes, es coincidente. No saben nada, no quieren trabajar, no tienen interés más que en divertirse. Hay excepciones, por supuesto, y son alumnos brillantes. Tienen más medios de todo tipo a su alcance y los aprovechan, pero son muy pocos. Los datos reales, que no serán reconocidos por las autoridades políticas, son devastadores. En realidad no creo que el 50% apruebe el nivel de 4º de la ESO que es inferior al del antiguo 8º de EGB. Y la EGB se acababa a los 14 años (sin repetir) frente a los 16 de la ESO.

Por eso mi sorpresa fue mayúscula cuando un grupo de personas, padres, claro; empezaron a clamar este curso por las vacaciones de sus hijos, por los puentes, por las vacaciones de julio. El tema no era nuevo. Septiembre ya no es un mes de preparación del curso. Las clases este año empiezan el 9. Todos los exámenes de recuperación se tendrán que hacer el día 1 sin tiempo para realizarlos correctamente, para corregirlos con justicia. La selectividad se realizará una vez empezado el curso, habrá profesores que no podrán dar clase y los alumnos perderán el tiempo en el aula sin hacer nada. A qué se debe esto, a la presión de los padres que, trabajando los dos no tiene donde dejar a sus hijos. A lo mismo responde la queja de los puentes y la de julio. Pero como el verdadero motivo es muy difícil de reconocer, se oculta y se pone la excusa de que los hijos ¡pasan poco tiempo en clase y por eso es nuestro nivel tan bajo!

Contra toda lógica, contra toda experiencia. Los niños nunca han estado tantas horas en clase. Los cursos antes terminaban a mediados de junio y empezaban en octubre. ¡Octubre! Es cierto que allá por los años 50 y 60 se iba al colegio el sábado, pero respondía a también a la costumbre de trabajar los sábados. Si contamos las horas lectivas nunca hemos tenido tantas.

Y, en qué cabeza cabe pensar que con las temperaturas que hay en España en julio, con el sistema escolar que es un fracaso total, con los niños y adolescentes totalmente alterados por sus hormonas veraniegas la solución es meterlos en clase en grupos de 30 o 40 ¡un mes más! ¿A que grado de alejamiento de la realidad se ha llegado para confundir una necesidad: qué hago con mi hijo en julio (por que no sé educarlo) con una solución descabellada al problema de nuestro sistema educativo? Y la culpa la tenemos los profesores, claro, que en julio no hacemos nada. Se pone aíre acondicionado en todas las aulas y ya está. Ya está la ruina, solo de instalarlo, claro, en las clases no hay. Y si lo hubiera ni encenderlo podríamos.

Este diagnóstico tan erróneo me ha dado mucho que pensar. Por ahora le pondremos un nombre: “La Función Guardería en la Educación”. Continuará.

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