jueves, 28 de julio de 2011

Locos, fanáticos y Zapatero


Nuestro "querido" presidente saliente ha alumbrado, a raíz de la matanza de Noruega, una de esas frases que le han hecho justamente famoso: "primero es el fanatismo, luego la locura"; o algo así. Esta vez no ha dicho nada del viento, o de ser verdaderos. Resulta que teníamos un psicólogo-filósofo en la presidencia del gobierno y no nos habíamos dado cuenta. Como el tema me interesado siempre en relación con el origen de los totalitarismos resumiré las ideas más importantes que encontrado después de varios años de lecturas (uno no tiene la capacidad de Zapatero). Para que se dé una situación como la vivida en Noruega es necesario lo siguiente:

  • La patológica voluntad de poder y notoriedad de determinadas personas. Además estas personas carecen de "empatía", no son conscientes del daño real que hacen a los demás.
  • La pasividad (por desidia) e incluso la permisividad (por conveniencia) de determinados grupos sociales o personas con poder en momentos clave. En este caso la falta, comprensible, de preparación de la sociedad y policía noruega.
  • La tecnología sin la cual no se podría haber llegado a realizar una matanza de grandes dimensiones. Este crimen no se podría haber hecho con una espada. Es necesaria la moderna tecnología, bombas, rifle, etc.
  • La conversión de un grupo de personas en enemigos que tienen la culpa de todos los males y por tanto deben ser exterminados; es decir la activación del mecanismo del “chivo expiatorio”. En este caso los musulmanes y los socialistas que permiten su ascenso y a los que el asesino atacó.

Sin embargo la “ideología” (en el sentido tradicional del término como conjunto de ideas y creencias que tiene un grupo de personas) la ideología, decía, tiene en realidad un papel que no se ha esclarecido completamente respecto a sus efectos. A pesar de que en muchas teorías se ha acusado a las ideas de ser causa directa de la aparición de la locura, hay fanáticos en todas las ideologías.


La ideología es en realidad una mera justificación de los propios actos y sólo tiene utilidad en ese sentido, en su capacidad de justificar las acciones por horrendas que estas sean. Por lo tanto es cierto que habrá ideologías que se presten más fácilmente que otras a ser utilizadas para justificar crímenes pero que no son capaces por sí mismas, sin personas ávidas de poder y notoriedad, sin tecnología, sin la pasividad de la población, sin la figura del enemigo, de provocar la aparición de un criminal fanático. 


Así que lo siento Sr. Presidente pero el tema es un poquito más complejo.

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